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Tras pasar el umbral

presentación
Tectónica ha tratado, hasta la fecha, el análisis de materiales y sistemas constructivos destinados a abordar la ejecución de edificios total o parcialmente. Este número dedicado a los espacios exteriores rompe con esta continuidad de temas en torno a los volúmenes construidos.
El análisis de un tema tan amplio como los espacios exteriores obliga a acotarlo para poder realizar un estudio adecuado. Esta acotación está referida al plano del suelo y a lo que conlleva, circulación, recogida de aguas, paso de distintas canalizaciones...
El espacio tratado es un espacio por lo general público, sea urbano o parcialmente natural, susceptible de acoger vegetación y en el que hay que solucionar la circulación o la estancia; que normalmente debe establecer fronteras entre los diversos usos, sobre y bajo la superficie del pavimento.
La construcción del espacio exterior conlleva dar solución a superficies más amplias que las que requiere un edificio, y en las que se amplían los problemas derivados de los movimientos debidos a los cambios de temperatura o de humedad que sufren los materiales, así como las necesidades de recogida de agua o el dimensionado de las instalaciones, que si bien son generalmente más sencillas, tienen recorridos más largos y mayores dimensiones. Los pavimentos deben responder a ciclos de desgaste muy significativos y diferenciados, en los que no sólo es necesario considerar la circulación de personas, sino también la de vehículos. Y no es menor el problema de la suciedad y el vandalismo.
Otros números podrán venir más tarde para ampliar lo ahora enunciado y también para hablar de aspectos no tratados, como la iluminación, el mobiliario o las pequeñas construcciones como pérgolas o techados.
Normalmente los espacios exteriores son soluciones de ciudad o de espacios parcialmente naturales que se van haciendo por fragmentos y que no suelen permitir planteamientos de mayor envergadura. En demasiados casos el tráfico impone los argumentos principales en la concepción de los espacios exteriores, dejando poco margen para soluciones planteadas con otro tipo de criterios. Ejemplos como el que planteó la ciudad de Mendoza en 1863 son todavía vigentes como lección en cuanto a planteamientos sostenibles: en Mendoza los espacios ajardinados y las plazas son lugares de cobijo ante los frecuentes terremotos; están provistos de una red de acequias que permite el crecimiento de los árboles en todas las calles para mejorar las duras temperaturas, e incorporan un parque con un gran embalse-lago diseñado por el paisajista francés Charles Thays, que permite canalizar el aire frío de los Andes hacia la ciudad y mejorar sustancialmente las duras condiciones ambientales.
Sea para planteamientos ambiciosos o para pequeñas soluciones, este número ha intentado exponer criterios, establecer preguntas, marcar pautas y sobre todo despertar la curiosidad hacia aquello que pisamos y usamos tras pasar el umbral de nuestra vivienda o nuestro trabajo.