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Las instalaciones que vienen

presentación
Desde el comienzo de su desarrollo, las instalaciones han ido ocupando un espacio y una importancia crecientes en la construcción, solucionando problemas y mejorando la calidad de vida de los usuarios.
Las primeras instalaciones que se crearon fueron urbanas, dejando la intervención en edificios para casos excepcionales. Así, en los núcleos de población se comenzó por solucionar el suministro y la eliminación de aguas, tanto pluviales como fecales, produciendo estructuras tan relevantes como las redes de alcantarillado o los acueductos.
Posteriormente, el desarrollo en el control del fuego y en la distribución del calor, permitió la creación de eficaces sistemas de calefacción, empleando distintas fuentes de energía en función de su efectividad o disponibilidad. El descubrimiento de la energía eléctrica abrió todo un mundo de posibilidades de nuevas instalaciones que aumentarían notablemente las prestaciones de la arquitectura, como es el caso de la iluminación artificial, que posibilitó la utilización de los interiores en horas de oscuridad. Por otro lado, la preocupación por la higiene y el confort ha influido notablemente en la evolución de la arquitectura del siglo XX. Actualmente la tendencia continúa en el ámbito público con la creación de espacios destinados al culto al cuerpo que enlazan con las infraestructuras termales del imperio romano. Otras necesidades han ido surgiendo e integrándose en la sociedad, como es el caso del transporte (urbano y vertical), las redes de protección (incendios y seguridad) y las telecomunicaciones.
Todas las instalaciones que se han ido incorporando a la construcción conforman redes y circuitos de gran complejidad y longitud, cuyos encuentros con estructuras, fachadas, tabiquerías, otras redes, etc. son a veces problemáticos. Muchos edificios exhiben abiertamente los componentes mecánicos y los recorridos de las instalaciones como elementos generadores de arquitectura. Sin embargo, en la mayoría de ellos se opta por esconderlos, empleando soluciones que en ocasiones dificultan su mantenimiento o modificación.
Así como se ha prestado suficiente atención a la solución arquitectónica de las instalaciones en los lugares de trabajo, no ocurre lo mismo en las viviendas. En ellas se concentran en un espacio reducido casi todas las instalaciones; por ello deberían preverse con una visión global, integrándolas con la construcción desde las primeras fases del proyecto. A modo de ejemplo, conviene recordar las distintas propuestas de Jean Prouvé, la casa DuPont de Richard Rogers o la steel housing de Cedric Price, propuestas todas ellas que no han tenido la repercusión que merecían.
En la actualidad, la necesidad imperiosa de ahorro de consumo está obligando a combinar las energías utilizadas hasta ahora con las renovables. La producción energética volverá a desarrollarse en la propia vivienda o en su ámbito próximo, y tendrá su complemento en las redes generales de abastecimiento. Todo ello hará que aumenten tanto la complejidad como las necesidades de mantenimiento de nuestras instalaciones. Y dado que hasta ahora el proceso evolutivo se ha caracterizado por añadir nuevas instalaciones y ampliar el espacio que ocupan en la edificación, se están desarrollando soluciones que reduzcan su presencia y disminuyan su coste: redes sin cables, baterías, centralización y control de las operaciones, desagües por procesos distintos a los derivados de la gravedad, etc. Estas transformaciones enlazan con otro problema de la sociedad actual: la generación y el desecho de residuos, que demanda un replanteamiento a gran escala y que, de nuevo, afectará al sector de las instalaciones.
Como hemos visto nos enfrentamos a múltiples líneas de investigación, muchas veces convergentes, orientadas al desarrollo y producción de sistemas más eficientes. Todo ello puede transformar radicalmente los requerimientos y dimensiones de las instalaciones en la construcción y, como consecuencia, en la arquitectura futura.